FIN DE EPOCA : LA SALVACION

Fin de época: la salvación Bastarían con los datos y las opiniones disponibles para llegar a conclusiones negativas sobre la realidad de nuestro país y del mundo. Más allá de los números y las visiones, pero sobre todo de la publicidad de cualquier tipo, se percibe fácilmente una sensación social de agotamiento y ruptura. Se palpa el hartazgo y se siente la desesperanza casi generalizada por nuestro presente y más todavía por el futuro. Como es una sensación tal vez el fenómeno esté más localizado en México, que en el resto del mundo. Sin embargo, no somos ajenos y nos golpean varios hechos internacionales. La crisis financiera mundial quebró bancos y países, produjo más pobres y derrumbó paradigmas teóricos ortodoxos. El narcotráfico y el terrorismo son globales, carcomen a la sociedad y a las instituciones a través del miedo y la inseguridad; instalan otros tipos de vida. De hecho, existen narco-estados terroristas en algunos continentes. La iglesia católica, la mayor institución mundial de la fé, arrastra una crisis que está lastimando muy fuerte a todo un sistema de creencias que había posibilitado cierto orden y valores sociales. Los escándalos de pederastía, violaciones y todo tipo de abusos sexuales van a producir una desestabilización devastadora, a corto plazo, en las filas de la más conservadora, dogmática y monolítica institución religiosa. La falta de sacerdotes y el alejamiento masivo de sus feligreses será apenas una parte del daño que está sufriendo la iglesia católica. La fé estará a prueba, tal vez débil y golpeada perdurará, practicándose individualmente y en abstracto, sin acudir a representantes y espacios determinados. Es gravísimo que la ola de escándalo más reciente llegue a los terrenos del papa. Estamos ante un tema que no debe verse sólo como noticia o con el pesar de que los buenos fallen, sino en la destrucción de un referente moral cuyo papel ha sido equilibrar las tendencias naturales de todo tipo en los seres humanos. En nuestro país el hartazgo de la gente y la descomposición social son evidentes y cada vez más fuertes . El gobierno no gobierna, los empresarios no crean empresas, la economía no crece, el voto no cuenta, la TV enajena, los políticos no se cansan de llenarse las bolsas, la democracia es de risa, la instituciones son de papel, los partidos son cuevas de forajidos, en fin, el sistema político estrangula a la gente mientras las élites económicas se reparten al país. En ese contexto, muchos se preguntaran para qué llegó y para qué sirve Calderón, tan pequeño y gris como el tamaño y el color que le ha impreso al país. Los riesgos de violencia de todo tipo, desde la común hasta la política, están tocando en nuestras puertas. Es tan negro el panorama y tan precaria su existencia que la mayoría de los jóvenes y los asalariados con apenas algo de comer están dispuestos a todo. En ese sentido urgen reformas políticas y sociales como forma de solución a nuestra problemática actual. La soberbia y el cinismo de los poderosos y los que ejercen una función de estado nos puede llevar a la ruina a todos. El momento actual de México huele a independencia y a revolución, sin acudir al fatalismo de este año del centenario y el bicentenario correspondientes. Así como después de la tormenta viene la calma, también la segunda antecede a la primera. Como dijera el filosofo: “Nada pasa hasta que pasa”. Muchos de esos rasgos están en Xalapa, nuestra realidad concreta e inmediata, nuestro laboratorio vivo, donde podemos ver y padecer un desgobierno, el sistema de los intereses facciosos y una peligrosa lumpenización. El colmo es que se quiera seguir manejando a Xalapa en forma caciquil, frívola y anacrónica. Nuestro municipio va al desastre si se sigue conduciendo sin renovación, sin apertura, sin seriedad y se sigue viendo como un botín. Xalapa también debe ir a un fin de época, a su salvación. Recadito: La cita es en el Cabildo Xalapeño, el 6 de abril, a las 18:00 horas, para escuchar respuestas. Xalapa-Equez., a 26 de marzo de 2010 Uriel Flores Aguayo www.urielflores.org.mx

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