CIUDADANOS INDEFENSOS

 

México es un estado débil y disfuncional, sus instituciones y leyes están subordinadas en lo general a los poderes fácticos y vive en una democracia precaria e ineficaz (hasta el secretario de la SEP la llama idiota). En nuestro país los ciudadanos deciden muy poco con su voto y están indefensos antes los poderes políticos y económicos. De hecho, junto a factores históricos, sociales, económicos y políticos, en la alternancia conseguida a nivel federal mucho tuvieron que ver los poderes que están en las sombras, que consideraron que el modelo del PRI se había agotado y cambiaron de partido en lo que, al final, sólo ha sido una modificación de colores y personas. Primero pusieron a Fox, el locuaz presidente que se benefició con el impulso democrático de los mexicanos, a los cuales defraudó miserablemente; después, ya con mucho esfuerzo y maniobreo, lograron sentar en la sillota presidencial al gris Calderón. En esa misma línea, la de actuar a espaldas de la sociedad y con métodos antidemocráticos, ahora se preparan para llevar a “Los pinos” al figurín Peña Nieto; aunque parece que ese escenario se está modificando por efecto de las alianzas-maridaje PAN-PRD en algunos estados.

Los poderes fácticos son una realidad en nuestro país y en las entidades federativas, como un hecho concreto también es que las instituciones poco o nada le sirven al ciudadano, del que cada vez están más lejos, como ocurre con las instancias representativas y los partidos políticos, reducidos a espacios de autoconsumo.

De los muchos ejemplos que a nivel estatal podría tomar para el análisis, separo los casos de las direcciones de tránsito de algunos municipios, las policías intermunicipales y la llamada agencia veracruzana de investigaciones. Estamos ante organismos públicos cuya característica principal son las anomalías y la agresión al ciudadano. En los tres casos el fenómeno es generalizado, es decir, se trata de un sistema de funcionamiento, con reglas e intereses propios, cuya casi única finalidad es molestar, agredir y robar a los ciudadanos. La crisis de desviaciones en estas áreas hace que se perciban con desconfianza y como centros de corrupción. Al tratarse de todo un sistema de trabajo estamos hablando que tienen un funcionamiento vertical y compacto, que está más allá de las buenas y malas intenciones de sus integrantes y que no admiten la vigilancia y la transparencia.

Para hablar de tránsito municipal se podrían enlistar varias ciudades del estado, como es el caso de la capital, sin embargo es tan vistoso y agraviante el caso del Puerto de Veracruz, que bien vale la pena dedicarle renglones aparte. Ahí, al parecer la dirección de tránsito no está regulada por el ayuntamiento, sino que funciona en forma autónoma casi exclusivamente para proteger al pulpo camionero y perseguir a los automovilistas. A la luz del día, a todas horas, con el pretexto que sea, mal encarados y groseros están desatados en una auténtica cacería de ingenuos o asustados automovilistas. Es tan terrorífico el accionar de los elementos de tránsito en el Puerto de Veracruz, que ya están generando un rechazo generalizado en la ciudadanía, como dan cuenta de ello diversas expresiones en voz directa de algunos promotores y en espacios virtuales como el Facebook. La negligencia o complicidad de ese ayuntamiento y otras autoridades superiores van a traer como efecto miles de votos de castigo al PRI de ciudadanos hartos de ser vejados y extorsionados por esos malos servidores públicos.

Las policías intermunicipales actúan como si los ciudadanos, sobre todo los jóvenes, no tuvieran derechos y no se tratara de los sujetos de su labor que es, precisamente, darles protección y seguridad. Razzias, robos y curiosas protestas públicas de elementos policiales que evidencian poco profesionalismo y desapego a una disciplina elemental y respeto a los derechos humanos son el sello de nuestra seguridad intermunicipal. Dan la apariencia de que no cuentan con mandos ya que, éstos, difícilmente dan la cara y tienen contacto con la población. En esos casos los ayuntamientos deben tener mayor injerencia ya que se trata de las autoridades electas en cada municipio. Algo similar ocurre con la AVI, de la que poco se sabe hasta que aparece envuelta en escándalos y hechos represivos.

El momento electoral que vivimos en Veracruz nos debe llevar a reflexionar y decidir sobre el tipo de instituciones que queremos y respecto al papel central que deben tener los derechos de los ciudadanos. Como que a estas alturas ya basta de demagogia y que los poderes públicos solo sirvan para aplastar a la gente.

Recadito: Conferencia del Doctor Rafael Vela Martínez, “Diagnóstico sobre Xalapa”, ¿Municipios de todos?, 17 de marzo, 18:00 horas, Café Teatro “Tierra Luna”

Xalapa-Equez., Ver., a 5 de marzo de 2010

Uriel Flores Aguayo

www.urielflores.org.mx

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