Haití…donde la naturaleza y la condición humana se ensañan

Haití... donde la naturaleza y la condición humana se ensañan
Por Héctor Rodríguez Espinoza
Las palabras fallan para describir el infierno de la peste. Tucídides
La única forma de vencer a la naturaleza natural es obedeciéndola. Pero es a la naturaleza y condición humana  a la que le corresponde prevenir y reparar, así sea a largo plazo, sus efectos.   
¿POR QUÉ?
Aún los teólogos se han  de preguntar ¿por qué? estos designios divinos para con naciones de una pobreza ancestral, como Haití, la hermana república caribeña, enclave del África subsahariana y la más miserable de nuestro hemisferio.
Escuchamos: "¡Qué cruel es Dios!", que no debe tomarse literal. No pretendemos meternos a terrenos religiosos o metafísicos, ni establecer causas como su religión, las relaciones de poder y  la cultura  del Vudú o la del predicador evangélico Pat Roberts, quien imputó la catástrofe a un castigo divino debido a "un pacto con el Diablo" que hicieron para librarse de los franceses en el Siglo 19.
NADA SE COMPARA
Situado en la isla Española, es una construcción francesa, país colonial en toda su extensión. Sufrió las dos épocas de la colonización, a cual más peor. Los campos cañeros fueron presidios donde los esclavos no se escaparon ni con la independencia. Francia les dio una libertad política pero les hizo aceptar una deuda de 400 millones de francos oro que no tenían, se capitalizó y estuvieron abonándola durante décadas. Nació y siguió arruinado, sin salvación ni humana ni divina, destinado a sublevaciones y dictaduras, duras y crueles como la Colonia.
Crisis arbitradas a machetazos, pobreza y migraciones masivas con chapuceros estándares en la construcción de edificios. Salir del monocultivo ha sido imposible, el hundimiento de los precios agrícolas los mantiene en sumisión. Pensar en una industrialización es una esperanza que no se concretará en años. Condenados a continuar igual. El fracaso de la educación no podrá ser remediado con las declaraciones de la ONU, a menos que éstas movilicen a las naciones industriales a un esfuerzo monumental que el clásico egoísmo nacional prohíbe.
SU MISERIA
Según datos del Banco Mundial, aun antes de esta nueva catástrofe, su ingreso per capita es de 7 mil pesos al año y su desigualdad social mayúscula: un poco más del 50% viven (es un decir) con menos de 15 pesos diarios y casi el 80% debe subsistir con menos de 30.
REPÚBLICA DE PESADILLA, ESTADO FALLIDO
Graham Greene, para escribir Los comediantes, llegó a Haití en 1963 y vio el horror, descrito en un artículo para el Sunday Telegraph, “República de Pesadilla”: “Han existido muchos reinados del terror en la historia de la humanidad. Algunas ocasiones han surgido de un idealismo que se pervierte, como el de Robespierre, o se han dirigido con fanatismo contra una clase o raza y apoyado en alguna filosofía perversa; pero el terror nunca ha sido algo tan desnudo e innoble como aquí… y en el centro, por supuesto, en su traje negro, sus pesados lentes, su lento caminar y su lento hablar, el cruel y absurdo doctor”. Alguno de sus amigos le escribió: “Has pasado tu vida buscando el infierno, en Haití por fin lo encontraste”.
Es el típico Estado falido de que nos habla Noam Chomsky.
APENAS EN 2008
Fue azotada por al menos dos huracanes y una tormenta tropical que la dejaron dañada y su precaria economía maltrecha.
Extrema saña de la naturaleza es que ahora deba sufrir los efectos de la devastación de un terremoto inusitado, cuyos efectos inmediatos y secuelas representan la condena implacable e inapelable de aún más miseria y sufrimiento humano, si acaso fuera posible.
Incluso la urgente ayuda que el mundo solidario le ofrece no es inmediatamente aprovechable, no hay medios para se distribuya y aplique en forma abundante y generalizada.
Sin aeropuerto capaz de recibirla; ni electricidad, hospitales, agua potable, ni infraestructura de la cual colgarse.
Carece de las herramientas básicas y necesarias para el rescate, la reconstrucción y la restauración de los servicios imprescindibles.
No se sabe cuántas personas murieron, decenas de miles, quizás cientos, y muchas más en los días venideros.
La tragedia es inmensa, el sufrimiento desgarrador, como lo es la solidaridad del planeta para con estos hermanos que padecen lo indecible.
Este terremoto equivale a una catapulta que lanza, atrás en el tiempo, de vuelta a la edad de piedra a todo un pueblo.
Sobrevivir requerirá, sin exagerar, más que la ayuda de la humanidad, el socorro divino.
REACCIÓN
Nuestro gobierno y otros han reaccionado. Pero dada la magnitud del sismo y le pérdida de sus principales edificios públicos  y viviendas y su auto estima como seres desgraciados, deberán ser organismos como la OEA y las Naciones Unidas las que apliquen todo un plan de reconstrucción nacional que le permita su sobrevivencia.
Y a nosotros nos corresponde poner nuestro grano de arena. Hagamos un paréntesis en nuestro estrés del tandeo del agua y la cuesta de enero, contribuyendo con aportaciones en dinero o en especie al través de las cuentas bancarias abiertas al efecto o en la Delegación de la Cruz Roja de nuestra ciudad, donde esperan: medicamentos, alimentos no perecederos y agua potable.
No basta con conmoverse, pensamientos piadosos solicitante de ayudas e inversiones que ahora no hay, y las pocas que haya se irán a Haití, cosa comprensible. No se ve el final del túnel, ni cómo salir de él.
GEOPOLÍTICA
Expertos en Geopolítica ven como una de las principales claves para entender la tragedia: el protectorado que ejerce la Casa Blanca desde 1915, maldición que continuaría cuando toma la tragedia para ocuparla militarmente y que los únicos beneficiarios serían las empresas trasnacionales y de maquila que se llenarán los bolsillos en la reconstrucción.
Sin embargo, el momento para que EU y la comunidad mundial adopten medidas concretas para garantizar que no sea olvidada es ahora. Obama dio un buen paso al conceder status inmigratorio temporal a los más de 100 mil indocumentados haitianos en EU, lo que se traducirá en un constante flujo de remesas a sus familiares. Pero serán necesarias medidas de largo plazo más ambiciosas; necesita un Plan Marshall internacional, como el que reconstruyó Europa Occidental (1948 y 1952), tras la 2ª Guerra Mundial. Y es preciso que se constituya ya porque muy pronto, cuando la noticia desaparezca de los titulares y sea reemplazada por una nueva tragedia personal de alguna estrella de Hollywood, o una nueva crisis internacional, nadie recordará a Haití.
SEA LO QUE FUERE
Si la naturaleza natural ha sido cruel con Haití, que nuestra naturaleza y condición humana ayude a prevenir y a reparar sus efectos y tengan otra merecida oportunidad.   

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