TODOS MATAMOSA YAZMIN

Todos matamos a Yazmín Asombro, tristeza y rabia ha despertado el cruel asesinato de la niña Yazmín Durán Hernández, a manos de su mamá-verdugo Hermelinda Hernández Solano, el lunes 14 de septiembre de este año. La pequeña, de apenas 3 años, vivía en la Colonia Plan de Ayala de Xalapa. La brutalidad de este hecho, una más -pero de las peores- de las muertes de la violencia y de la pobreza, nos pone a pensar cómo sería la vida de la inocente Jazmín, si jugaría, si recibía besos y abrazos, si sonreiría, si recibió regalos, si alguna vez estuvo alegre o fue feliz. Fernando Savater, dice que es muy complicado aspirar a la felicidad pero que, por lo menos, alcancemos la alegría. La pequeñita Yazmín, sólo supo de golpes, maltratos y penurias; no sólo fue infeliz sino que, se puede suponer, su vida fue triste y oscura. El drama de Jazmín no debe verse como un asunto que solo le compete a su asesina y, si acaso, a dos o tres personas más; al contrario, se produce en un lugar determinado, en este caso Xalapa, la capital, la culta, la de las flores, con una sociedad determinada y donde se supone hay autoridades de todos los niveles. Para mí lo central de este caso es establecer si se pudo o no haber evitado, y si habrá que hacer algo para evitar que se sigan presentando casos parecidos, o, tal vez, no de esa gravedad pero si de persistente e inhumana violencia intrafamiliar. De este asesinato, que cuestiona mínimos de civilización y civilidad, nadie puede hacerse el desentendido, ni siquiera como simple lector de la noticia. Hay que ir más allá de la indignación y la lástima y revisar todo lo que se debe hacer para que nunca más algún niño tenga que pasar por el tormento que vivió esa pequeñita. Este crimen nos cuestiona a todos de alguna manera: a la iglesia católica por su dogmatismo anti-aborto, a los vecinos de la niña por su complicidad con la asesina, a sus familiares por no hacer algo, a las autoridades locales por dedicarse más al ornato y a la publicidad, pero también a los ciudadanos en general por no ser más exigentes y participativos en problemas como éste, que todo mundo sabe que ocurren pero no mueven un dedo para resolverlos, ya que su vida es muy importante, es suya y son individualistas. Ya hemos dicho que Xalapa tiene contrastes y rezagos sociales impresionantes, que basta asomarse por algunas zonas de la ciudad para ver una realidad de pobreza extrema con todas las consecuencias de marginación, violencia y descomposición social. Se ha eludido ese tema para dar paso a modernidades ficticias o sólo de cemento. La irrupción juvenil en forma de pandillas en los ridículos carnavales debió haber prendido los focos rojos de nuestras autoridades. Xalapa es su sociedad, con todas sus cualidades y defectos, es la misma donde puede producirse crímenes tan bestiales como del que fue víctima la niñita Yazmín. No debemos voltear los ojos y hacer como que no pasa nada. Tenemos que reaccionar con una fuerte reflexión que implique, además, una serie de medidas para defender y rescatar a los niños que pudieran estar pasando por una existencia de terror como la que vivió la niñita Yazmín. Se requiere políticas públicas, serias y eficaces, con presupuesto suficiente y personal capacitado, para estar pendientes de las zonas más marginadas de nuestra ciudad, haciendo inspecciones casa por casa, de tal manera que se eviten tan indignos hechos como el que vivió la niñita Yazmín. Me parece que, a diferencia del IVA disfrazado y del saqueo de Carstens y Calderón, estaríamos dispuestos a aportar recursos para sostener un programa integral y enérgico de defensa de los menores que estén en las garras de padres y familiares drogadictos, alcohólicos o delincuentes. Mucha vergüenza nos debería dar a los xalapeños que entre nosotros ocurran actos inhumanos como el que cometió la asesina Hermelinda, y sigamos tan campantes. Ojalá y no sea pura publicidad el lema que dice: “En Veracruz, los niños no se tocan”. Recadito: Marcha del FAS el 13 de octubre, de la Plazuela del Carbón a la Plaza Lerdo. Xalapa-Equez., Ver., a 18 de septiembre de 2009. Uriel Flores Aguayo www.urielflores.org.com.mx

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