EL PUENTE ROTO

El puente roto La espectacular y lamentable caída del puente que comunicaba las avenidas Lázaro Cárdenas y Murillo Vidal, con las consecuencias ya conocidas, debe poner a discusión, entre otros temas, el nivel de infraestructura de la capital del estado, Xalapa. Es evidente nuestro rezago al respecto, al grado de parecer un pueblo grandote. Parece que fue determinante el peso del trailer que derrumbó el puente, sin embargo ya existían dudas sobre la calidad de esa vía de comunicación. Más allá de justificaciones y condenas debe presentarse públicamente un dictamen técnico sobre las causas reales de su caída, que sea base del deslinde de responsabilidades con las consecuencias legales correspondientes. Hablar de las precariedades de Xalapa implica referirse tanto a la obra material como a las obras social y política. A veces se pone el acento en tal o cual pavimentación de calles, en puentes y demás, dando a entender que eso es lo más importante, tal vez por lucidor y porque acarrea muchos aplausos (y votos). Sin embargo, debería atenderse con mayor centralidad la situación social y política del municipio. En lo político, estamos hablando de la construcción de acuerdos y el ejercicio de la autoridad, ausente o distorsionada en muchos ámbitos públicos; lo social está conectado con políticas públicas, sensibilidades y vocaciones que sirvan para atender los alarmantes y peligrosos desequilibrios que tenemos en Xalapa, con amplias zonas de extrema pobreza y con miles de familias en los límites de la hambruna y de la ruptura con las reglas básicas de convivencia. Hablan de la actividad de los graffiteros y se muestran preocupados por la proliferación de pandillas juveniles, como descubriendo el hilo negro, manejándolo con cierto sensacionalismo, pero no ofrecen las soluciones a dicha problemática, las cuales tendrían que ver con espacios, programas, recursos y políticas específicas. No podemos quejarnos y apelar a la mano dura, sino estamos ofreciendo alternativas a los miles de jóvenes xalapeños qué, hoy por hoy, no cuentan con apoyo, ocupaciones y esperanza. Yo soy xalapeño, conozco a Xalapa en historia, desarrollo y presente; creo que, de alguna manera, he sabido ejercer mi ciudadanía en mi ciudad, a la cual considero mi casa colectiva. Por lo tanto, se de qué hablo, no pretendo la crítica fácil ni la exhibición de nadie. Pero las estampas cotidianas ahí están: control de la vialidad por los autobuses del servicio urbano, ausencia de servicio público en los agentes de tránsito, ilegalidad de puesteros que se colocan donde les viene en gana, apoderamiento grupuscular de áreas verdes y de equipamiento, bloqueos irracionales a la calle de Enríquez, obras de ornato, drogadicción pública de los “limpia parabrisas”, en fin, uno y mil problemas a los que tiene que encontrárseles el hilo conductor que lleve a su solución con justicia, voluntad y ley. Desde luego que el ayuntamiento xalapeño tiene una enorme responsabilidad en todo lo que pase en el municipio, sobre todo en el ámbito de su competencia, pero ante rezagos históricos y de gran envergadura sería incorrecto hacerle caer todas las culpas. Más bien, si sería responsable absoluto, hasta por omisión, sino se convierte – o actualiza – en firme gestor ante los gobiernos estatal y federal, a los que no se les debe olvidar, por ningún motivo, que Xalapa es la capital del estado de Veracruz. No está de más, especialmente cuando la crisis nos golpea por todos lados y con fuerza, advertir lo patético, deshonesto y antidemocrático que es la utilización de recursos públicos, empleados municipales y programas oficiales para apoyar a precandidatos a puestos de elección popular; ni siquiera a quienes parece se están perfilando hacia la silla principal del palacio municipal. Simplemente sería grotesco y habría que atajarlo con todo. Recadito: Los días 8 y 9 de septiembre estará en Xalapa el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. Xalapa-Equez., Ver., a 21 de agosto de 2009

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