REFUNDARSE O REFUNDIRSE

A quince días de la elección federal el PRD está sometido a fuertes presiones internas y externas, que van de la exigencia de la renuncia de Jesús Ortega hasta la demanda de expulsión de Andrés Manuel López Obrador. En forma tradicional, cupular, está procesando algunos acuerdos que tienden a dejar pasar el tiempo, a la simulación y a la puesta en práctica de la operación cobija: “tapaos los unos a los otros”. Queda una pequeña esperanza de que, ante el desastre electoral y el desprestigio generalizado, se aborden con seriedad los problemas fundamentales del PRD que tienen que ver con cuestiones organizativas, conceptuales, ideológicas y éticas. En Veracruz el PRD tiene un presente gris y un futuro donde la disyuntiva es lo obscuro o lo luminoso. A dos días de la elección inició un balance poco concurrido y de bajo nivel, en donde estuvieron ausentes casi todos sus diputados y quienes se desgarran las vestiduras dando clases de moral y ostentando un chistoso “orgullo perredista”. Al no haber diagnóstico y autocrítica sobre la situación del partido, tampoco se plantean las decisiones renovadoras que son urgentes, de inicio para detener su desplome y, mucho menos, para refundarlo y colocarlo en el escenario político como alternativa real. Viene una etapa muy fuerte de descomposición en las filas del perredismo veracruzano, lo cual ya se expresa de muchas maneras pero que se incrementará al caer, con su cinco por ciento, a niveles de marginalidad. La descomposición del PRD es alimentada por los intereses particulares de personajes y grupos y por el bajo nivel cultural y de convicciones democráticas observable en muchos de quienes dicen dirigirlo. En lugar de pensar, unir y construir van a ganar centralidad los seguidores del trabajo sucio y de las guerritas de lodo. En ese contexto, donde todos están contra todos, a niveles de vileza y miseria humanas, será difícil, pero debe intentarse, subirle un poco el nivel al debate. El PRD tendrá solución y un mejor futuro si se toma en cuenta a sus bases, si se privilegia el interés colectivo, se procede con sentido común y se hace girar su existencia en torno a convicciones democráticas e ideales superiores. Ahora que se volverá a hablar del qué hacer para transformarlo y que sea útil a los sectores más desprotegidos de la sociedad, vale la pena ir anotando algunos de los temas a considerar: Debe ser un partido democrático y federal, donde se tome en cuenta a sus militantes y a sus dirigentes estatales; debe tener dirigentes reales, que sean producto de la voluntad de sus bases y no, como ahora, que son resultado de fraudes internos, asimismo debe tener vida orgánica, con formación política, que lo aleje de la tentación de ser una vulgar franquicia; debe reivindicarse como un partido de izquierda, donde lo principal sea la lucha contra la desigualdad social y la pobreza, ya que, ahora, mucha gente nos ve igualitos a los de otros partidos, sobre todo a los diputados que compiten en entreguismo y en la imitación de “Huicho Domínguez”; debe tener una visión de poder, actuar en consecuencia y alejarse de la asfixiante marginalidad. Para romper con el círculo vicioso en que estamos atrapados, donde no hay votos porque no hay partido, necesitamos limpiar la casa, ponerle cabeza, echarla a andar, trazarle una ruta y posicionarnos inmediatamente. Sólo así podremos jugar un papel importante en las elecciones locales del dos mil diez. Recadito: Del 10 de agosto al 20 de diciembre tendrán lugar las actividades por el vigésimo aniversario del MOPI. Atentamente Xalapa-Equez., Ver., a 17 de julio de 2009 Uriel Flores Aguayo www.urielflores.org.mx

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