Escalofriante realidad E Enrique del Val Blanco Ni para comer 21 de julio de 2009 Escucha al autor Cabe hacer una observación a los dos organismos vinculados con los asuntos de la desigualdad y la pobreza, el INEGI con su encuesta y el Coneval con sus estimaciones sobre la pobreza. Es extraño que los resultados se difundan apenas 10 días después de las elecciones. Convendría que, para evitar suspicacias, se publicara la información cuando se tiene y no en función de los tiempos políticos que, por otra parte, según los resultados conocidos, de poco les ha valido. Lo que muchos preveíamos ocurrió. Simplemente la pobreza aumentó en México antes de la crisis, lo cual da una idea de cuál será su impacto cuando se tengan los resultados de la siguiente encuesta. Para 2008 casi 51 millones de mexicanos vivían en pobreza de lo que ahora llaman patrimonio, que son los que no logran satisfacer sus necesidades vitales con el ingreso que obtienen. Peor es saber que cerca de 20 millones de habitantes son pobres alimentarios, lo que significa que no tienen suficiente para comer aunque dediquen todo lo que obtienen a la compra de alimentos. Es decir, la potencia económica mundial número 12 tiene a la quinta parte de su población, literal y casi realmente, muerta de hambre. Hay otros indicadores preocupantes, como es el hecho de que desde 1992 no se incrementa la derechohabiencia de la población en las instituciones formales de seguridad social —IMSS e ISSSTE—. Así, después de más de 15 años estamos peor, a pesar de todos los apoyos otorgados a la iniciativa privada para la creación de empleos. Además ahora conocemos que, según la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, existen 600 mil de ellos que trabajan sin percibir ingresos y cerca de 80% de ellos son mujeres. Cuándo se dará cuenta el gobierno de que debe revisar sus acciones focalizadas de combate a la pobreza si sus resultados han sido y son tan poco alentadores, incluso desde antes de la crisis. Durante los dos primeros años del actual gobierno la pobreza ha aumentado mientras que el presupuesto público para combatirla creció casi tres veces en cinco años; o sea, a pesar de triplicarse los recursos los pobres han crecido en casi 6 millones de personas. Naturalmente también ha aumentado la desigualdad. El decil de los más pobres ha perdido 8% de su participación en el ingreso nacional, mientras que el decil de los más ricos ha permanecido casi igual al caer sólo 0.02%. Un dato escalofriante: los 50 millones de pobres de patrimonio tienen un ingreso promedio mensual de mil 905 pesos en las zonas urbanas y mil 282 pesos en las zonas rurales; los pobres alimentarios —casi 20 millones— en zonas urbanas perciben 949 pesos y en las rurales 707 pesos al mes. Si el gobierno no se pone las pilas ante este espantoso y terrible panorama la situación del país puede llegar a ser intolerable en los próximos meses. Ojalá entiendan bien lo que significan estas encuestas, más allá de su derrota electoral. Creo que ninguna persona que lea este artículo puede estar de acuerdo con esta realidad. Analista político y economista

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