LA NOTA ROJA

Dentro del periodismo existe la nota roja, un género que cada vez ocupa secciones más amplias en los medios de comunicación, especialmente en los que son escritos. La nota roja según José Luis Arriaga, es “el género informativo por el cual se da cuenta de eventos (o sus consecuencias) en los que se encuentra implícito algún modo de violencia –humana o no- que rompe lo común de una sociedad determinada y, a veces también, su normatividad legal. Ahí caben los relatos acerca de hechos criminales, catástrofes, accidentes o escándalos en general, pero expuestos según un código cuyos elementos más identificables son los encabezados impactantes, las narraciones con tinte de exageración y melodrama, entre otros”. La nota roja es impactante por sus fotos y los encabezados de sus noticias, sin embargo es poco útil para que entendamos la realidad de los hechos de que da cuenta. Es evidente que en ella se emplea la información para explotar el morbo de los lectores y, muchas veces, se atropella la dignidad de las personas con fines casi exclusivamente mercantiles. En nuestro país la nota roja se ha expandido desproporcionadamente, por un lado, al mezclarse con la política para cubrir los constantes e interminables escándalos de corrupción; por otro, por la irrupción brutal de las narco-noticias, con las cuales se relatan aprehensiones, secuestros, balaceras y ejecuciones; el dato de diez mil ejecuciones en lo que va de la administración Calderonista sirve para ilustrar la cada vez mayor centralidad de la nota roja. En los periódicos veracruzanos, pongamos a Xalapa como ejemplo, la sección de nota roja cada vez ocupa más páginas, ha ganado espacios de manera natural o por criterios editoriales, es decir, cuando no bastan los hechos de violencia ocurridos en el municipio o región de influencia, se atraen noticias de lugares lejanos. Por cuestiones de educación y salud vendría bien una reflexión inicial de los directivos periodísticos para que la nota roja ocupe su espacio real, sin que haya necesidad de inflarla; más adelante el análisis deberá dirigirse hacia las fotos y los encabezados, ya que no tiene ningún sentido positivo que se retrate gente en medio de un charco de sangre o con un puñal en el pecho, como tampoco lo tiene y es vejatorio el que se exhiba y juzgue a personas por hechos ciertos o falsos; tal vez lo peor de la nota roja es el trato descriminador y humillante que le dan a las personas de orientación homosexual. Es de un primitivismo extinguible ofender y estigmatizar por la condición sexual. Lo peor de todo es que algunos periódicos hacen de la totalidad de su edición una mezcla de nota roja con todas las secciones, adquiriendo un perfil muy particular y cuestionable sobre sus finalidades sociales. Es evidente que dichos medios nacen y se reproducen en un entorno social determinado donde la costumbre o el miedo hacen prácticamente imposible que se demande una mayor calidad periodística. En una sociedad democrática son pilares fundamentales, entre otros, el derecho a la información y la libertad de expresión. En ese sentido, aun pareciendo un tema menor, sugiero el debate sobre la nota roja deseable, acorde a nuestra situación social y en función de propósitos informativos. En lo personal, no comparto el amarillismo con que se maneja la nota roja común, más cercana a revistuchas como “alarma” que a periódicos serios, de tradición y renovados. Recadito: Es real, a petición de los vecinos, partiremos un pastel el 15 de junio en el distribuidor de la “plaza kristal”, para recordar un año de sufrimientos. Xalapa-Equez., Ver., a 12 de junio de 2009 Uriel Flores Aguayo

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