MUJER, CUERPOY FUEGO...DE LA HOGUERA PRIVADA A LA HOGUERA PÚBLICA

Mujer, cuerpo y fuego…de la hoguera privada a la hoguera pública

Por Víctor Manuel Estupiñán Munguía*

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Yahvé: “a la hechicera no la dejarás con vida”.
Éxodo 22:18, Reina-Valera, 1960
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El hombre se ha dado a la tarea histórica de ejercer el control contra la mujeres de una y mil maneras. Pero también las instituciones, incluso, de las llamadas “santas”. Esto según sean los tiempos históricos y las causas, ya sean a  la vista o subterráneas, es decir, subconscientes.
Así por ejemplo, ha jugado con diferentes medios para lograr su objetivo controlador. Ha tenido que satanizar a la mujer, literalmente hablando. En tiempos pasados, tuvo que recurrir a “la puesta en escena”, precisamente de “satanización” de la mujer. Es decir, de crearle un ambiente sociocultural, para que se reconvirtiera en bruja. Y de esta manera poderla controlar,  sin embargo, dicho control contempló la eliminación radical de miles o, quizá millones de mujeres, a veces niñas de 8 a 13 años. La eliminación se llevaba a cabo por cientos de mujeres en un solo día.
El gran odio sembrado y acumulado ideológicamente por los “libros sagrados”, de las diferentes culturas, por fin había  podido dar fruto abruptamente. Fueron manzanas negras, manzanas de la discordia, contra las mujeres y, que por el sólo hecho de serlas y de haber nacido en una época de poder glorioso, se habían ganado la distinción de volar al cielo.
A las miles de mujeres de esa época las hicieron volar al cielo en forma de humo, vapor y gritos desgarradores. Ante la construcción de un imaginario social que deseaba ver que las mujeres volaran en sus escobas y al no lograrlo ante la vista de todos, las hicieron volar aniquiladoramente. No sin antes aplicarles tortura de la más atroz que el hombre ha construido para un ser tan subhumanizado como lo fue la mujer de la Edad Media.
La iglesia no sólo ha tenido poder para crear dioses, santos y personajes míticos, sino que ha sido tal el poder concentrado, que incluso ha llegado al límite de construir ideológicamente diablos y brujas. Este fue el caso de implantar una gran fábrica de brujas de día y de noche, cuya producción en serie permitió un estado de terror y crimen durante más de dos siglos.
Las imágenes de Eva y demás mujeres-personajes bíblicos, daban sendos resultados contra sus hijas descendientes y, por ello, herederas de un odio sin igual. El desquite era inminente, las causas podían ser la de ejercer una medida tradicional, tratar de luchar por algunos derechos, alterar los ritmos de la moda y ciertas costumbres, despojarlas de sus bienes y pertenencias, en fin, por diferentes razones de hombre ya sea civil o religioso.
Se estaban apoderando y ejerciendo un gran poder: el de la claridad del saber. Saber, conocer de plantas que curan y matan proporciona un gran poder.  
Este era y fue muy mal visto por el poder de la iglesia. El cura (“el que cura”) prontamente se extendió y entró en grave contradicción con la mujer con poderes del conocimiento. A estas las calificó como brujas y posteriormente seguidoras del diablo.
La caza de brujas fue todo un manejo de “puesta en escena”, para anular un saber que se encontraba en manos femeninas y que era superior al saber institucionalizado de aquella época por los sectores de poder.
Ante la imposibilidad de competir y ganar, se optó por asesinar y desaparecer dicho saber. Cuando la iglesia y el poder civil hicieron realidad su histeria de mujeres voladoras, las “brujas” también se llevaron sus profundos conocimientos al cielo.
Una vez más la iglesia había quemado conocimientos antiquísimos, en esta ocasión no fueron libros, sino hojas de carne y hueso, renglones pautados en cerebros y piel, escritos con tinta de sangre viviente, saber con raíces de ovarios.
Un conocimiento en manos de mujeres podía poner en peligro la realidad construida a base de pilares llenos  y macizos de testosterona histórica. Los pilares por muy profundos que fueran sus cimientos podían resentir y ser dañados por el reacomodo de las placas tectónicas femeniles. Que día a día realizaban sus desplazamientos cotidianos subterráneamente, pero que sin embargo, le hacían con una fuerza que la madre naturaleza les había otorgado por destino de su sexo y su previa participación histórica.
Para poder controlar la rebeldía del conocimiento en manos perversas de “Evas feudales”, la iglesia tronó su poder mágico y construyó un dispositivo real y verdaderamente simbólico: la “Santa Inquisición”. El conocimiento y el poder racional al servicio de la muerte y del terror en nombre de Dios. Una verdadera maquinaria sanguinaria se puso en funcionamiento para controlar una vez más los cuerpos y las mentes de los sujetos.
Solamente la iglesia pudo fusionar lo divino con la diabólica profesión asesina. La magia y poder que tanto buscó en las brujas, de repente lo materializó superiormente en contra de niñas, mujeres y ancianas principalmente.
Su poder institucionalizó las más severas técnicas de tortura y tormento. Su imaginación se perfeccionó al buscar los secretos ocultos del arte de hacer sufrir.
El despliegue y exhibición de su poder llegó a todos los rincones de la realidad, incluyendo al cuerpo humano como lo veremos más adelante.
En muchas ocasiones se inducen a niños para que denunciaran a sus padres de practicar la brujería.
La guerra contra las brujas se ha calculado en 9 millones de muertes, otros señalan 400,000 u 200,000, etc., la verdad es que en algunas partes se estaba dejando despoblado de mujeres como verdadera cultura de  feminicidio mundial.
El poder de la iglesia y del Estado traspuesto en la cruz, una vez más había fructificado en un crimen contra la humanidad. La orgía de sangre y de agua bendita se limpiaba por sí sola, por la excusa de la eterna lucha contra el mal.
Estaría por demás señalar algunos increíbles métodos y técnicas para torturar por la “Santa” Inquisición, empresa de verdad diabólica en su capital e interés sobrepuesto en los suplicios más inimaginables.
Una gran capacidad inventiva floreció gracias al odio y al proceso de producción de angustias, a la que fue arrastrada la sociedad civil en contra de las mujeres. Inventiva de máquinas y poleas para llegar a la máxima capacidad de producción de dolor humano. Dolor blanqueado y arrancado por las mentes santísimas y las manos guiadas por el Espíritu Santo, según ellos. Máquinas y poleas para arrancar tendones, carne y huesos de tajo. Una verdadera ingeniería al servicio del suplicio, en aras de exorcizar y desterrar avernos y demonios.
En el año 1476, el papa Sixto IV, autorizó  a los Reyes Católicos para que crearan su propio Oficio de Inquisición. En toda la historia de los sacrificios humanos nunca se habían institucionalizado por el Dios civilizado; ahora exigían cenizas femeninas, no sin antes pasar por las más grandes llagas y cuajarones de las brujas medievales.
El sacrificio inútil de tantas mujeres por parte de la iglesia y del poder civil, empapó de sangre, costras y humo el aire y el suelo por más de dos siglos.
La gente pronto se convirtió en profundos adictos al sacrificio de brujas. El nuevo circo romano se había refuncionalizado, puesto que en lugar de emplear fieras, se utilizaban mujeres con poderes diabólicos, lo cual las hacía mayormente peligrosas, según la ideología de los dominantes. Continuara…

*Víctor M. Estupiñán Munguía: Artesano de la palabra, escultor de ideas, danzante de emociones, arquitecto de sentimientos, pensador por distracción Cósmica, contador de estrellas por insomnio creativo, pintor de sueños por terapia humanista, especialista en transgredir las reglas ortográficas de la Real Academia Española, con neurosis cultural debido a que no puedo crear poemas que lleguen al corazón, chingólogo y sonorólogo, víctima de la libertad, democracia y ecocidio del capitalismo bárbaro, pero con licencia de la Madre Naturaleza para cortar flores y olerlas.- Miembro de S.I.P.E.A. (Sociedad Internacional de Poetas, Escritores y Artistas)- Sonora “Por la paz del mundo” victor-79@live.com.mx

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