COLUMNA DE MONSEÑOR JORGE LOZANO

Jorge Lozano

Mons. Jorge Lozano

@MonsJorgeLozano


Obispo de Gualeguaychú y Presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal Argentina

Queridos amigos: como todos los fines de semana, les comparto la columna de esta semana. Hoy centré la reflexión sobre la devoción de San Cayetano, tan cercano al pueblo argentino.
¡Les deseo una hermosa semana!
San Cayetano, te pedimos Paz, Pan y Trabajo
Él es el Santo de los pobres, de los humildes, de los trabajadores, de los desocupados, de los marginados, los excluidos, sobrantes, descartables, los explotados y oprimidos… y podemos seguir enumerando una larga lista de situaciones humanas que confiamos a su corazón de padre y amigo. Y este domingo es su día.
Desde hace muchos años se ha extendido su devoción, comenzando en el Santuario del barrio porteño de Liniers, y extendiéndose también por otras Parroquias y Capillas del país. En el tradicional himno que se canta en su fiesta rezamos: “San Cayetano, danos la paz,/ danos trabajo, danos el pan./ Siempre vivamos en alegría/ en la justicia y el amor”. El lema que nos convoca anualmente nos lleva a rezar pidiendo Paz, Pan y Trabajo.
En su reciente viaje a Polonia para la Jornada Mundial de la Juventud, en su diálogo con los periodistas el Papa ha dicho: “Una palabra que se repite mucho es «inseguridad». Pero la verdadera palabra es «guerra». Desde hace tiempo decimos: «El mundo está en una guerra a trozos». Esta es una guerra. (…) Este santo sacerdote, que ha muerto precisamente en el momento en el que ofrecía la oración por toda la Iglesia, es uno; pero cuántos cristianos, cuántos inocentes, cuántos niños… (…) Es guerra. No tenemos miedo de decir esta verdad: el mundo está en guerra porque ha perdido la paz”. Necesitamos Paz en el Planeta, en cada país, en los barrios, las familias. Hay situaciones de violencia producidas por bandas del crimen organizado, especialmente en disputas entre carteles de la droga. Violencia contra la mujer y malos tratos en la familia a veces por el alcoholismo o costumbres machistas. Por eso rezamos: “San Cayetano, necesitamos paz”.
El pan que se pide tiene un significado profundo. El más inmediato es el pan en la mesa. Esto implica una alimentación adecuada para los niños, las familias, los ancianos. En esta semana que pasó un nuevo informe del Observatorio de la Deuda Social de la UCA nos enfrentó con el hambre de los niños. Los comedores que existen en los barrios cumplen un rol fundamental aunque debe procurarse que toda familia pueda compartir en su propia casa el momento del almuerzo y la cena. Pero el alimento lo podemos mirar en un sentido aún más amplio, y así hablar también del pan de la cultura, de la educación, la recreación… Y cómo no pensar en el pan de la fe, Jesús mismo que se hace alimento de Vida Eterna, “pan para la vida del mundo” (Jn 6, 51). El pan representa lo más básico y elemental sin lo cual es imposible una vida digna. Podemos formularlo así: ¿qué derechos básicos necesitamos que estén garantizados para una vida digna? Todo eso expresamos cuando pedimos “pan”. Por eso rezamos: “San Cayetano, necesitamos pan”.
Y el trabajo es el camino para obtener el sustento digno de la familia. También en esto contamos con una amplia enseñanza social de la Iglesia. Uno de los problemas serios que se ha agravado en la última década a nivel global es lo que se denomina la “financiarización” de la economía, que busca generar riqueza sin trabajo. Alguna vez escuché decir “hay que poner a trabajar la plata”. Es un despropósito que el centro de la actividad económica sea el dinero y no la persona humana y el desarrollo de los pueblos. Los planes asistenciales son necesarios pero deben ser temporarios. El camino para salir de la pobreza es el trabajo dignamente remunerado.
El Papa Francisco escribió una carta en estos días con ocasión de esta fiesta: “A San Cayetano pedimos pan y trabajo. El pan es más fácil conseguirlo porque siempre hay alguna persona o institución buena que te lo acerca, al menos en Argentina donde nuestro pueblo es tan solidario. Hay lugares en el mundo que ni esa posibilidad tienen. Pero trabajo es tan difícil lograrlo, sobre todo cuando seguimos viviendo momentos en los cuales los índices de desocupación son significativamente altos. El pan te soluciona una parte del problema, pero a medias, porque ese pan no es el que ganás con tu trabajo. Una cosa es tener pan para comer en casa y otra es llevarlo a casa como fruto del trabajo. Y esto es lo que confiere dignidad”.
Y continúa la carta: “Cuando pedimos trabajo estamos pidiendo poder sentir dignidad; y en esta celebración de San Cayetano pedimos esa dignidad que nos confiere el trabajo; poder llevar el pan a casa. Trabajo, esa T (que junto con las otras dos T: Techo y Tierra) está en el entramado básico de los Derechos Humanos; y cuando pedimos trabajo para llevar el pan a casa estamos pidiendo dignidad”.
En nuestro país hace tiempo que venimos con altos índices de trabajo no debidamente registrado. Según varios estudios, se ubican en esta condición más del 30% de los trabajadores, uno de cada tres. En este espacio se ubican unos cuantos emprendimientos de la “economía popular” o nuevas cooperativas en las cuales los trabajadores se han agrupado: pescadores, artesanos, recicladores de residuos, ladrilleros, horticultores, etc.
Se la rebuscan, e intentan por medio del trabajo cotidiano cubrir el sustento familiar. Cuando no consiguen trabajar, no cuentan con una moneda para acercar comida a casa. Unas cuantas de estas organizaciones se acercaron hoy a los Santuario y Capillas dedicados a San Cayetano para expresar juntos la preocupación por la falta de paz, pan y trabajo.
En la Semana Social que realizamos en el mes de mayo hablamos de la fragilidad laboral en la cual se encuentran muchos trabajadores. Pensemos en las suspensiones que se están produciendo en la industria automotriz, el descenso en las changas de albañiles, el temor en muchos a perder su empleo…
El proyecto de amor de Dios contempla a la humanidad participando en la obra creadora de Dios por medio del trabajo humano. Hay que rezar, y también poner inteligencia y creatividad para cuidar las fuentes de trabajo y ampliarlas para la dignidad humana.
Hoy en la diócesis de Gualeguaychú celebramos el Jubileo de los diáconos en el contexto del Año de la Misericordia. Recemos por ellos para que sean el signo vivo de Cristo Servidor en la Iglesia.

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