LOS IDUS DE AQUEL FATÍDICO MARZO

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LA VERDAD AL CHILE

Nina Salguero.

Tuxpan, Veracruz.

21 años se dicen fácil, pero en el corazón del pueblo mexicano la herida sangra al mencionar su nombre: Luis Donaldo Colosio Murrieta, los IDUS DE MARZO lo signaron, habían realizado un pacto con la muerte, en su nombre.

MARZO 1994.-

Calles Mina y Juárez, las cornisas del cine Tuxpan, abarrotadas de priistas... quiero pasar pero un tipo me detiene y me dice por órdenes de la Lic. Reyna Lladó no puede usted pasar...¡ Pero es que pertenezco al CIM ! órdenes son órdenes señora, disculpe... Ya no insistí más, no valían gritos ni maromas para entrar la calle estaba abarrotada, sin embargo pude salir sin problemas, como si mi ángel me abriera los espacios.

No creí lo de la Lic. Lladó, pero Dios me tenía destinada otra misión, si el sujeto no me hubiera dicho eso no hubiese vivido lo siguiente:

Me paré confusa y triste en la esquina de Mina y Morelos y vi a una turba de campesinos correr detrás de un auto, para ponerme a salvo pasé la calle para refugiarme en el otro extremo donde había mayor espacio; la misma gente me empujó hacia la ventanilla delantera del auto ; mi oído izquierdo sintió los latidos de un corazón, ¡Que cerca estaba de la persona dueña de el!, no podía salirme pues el auto iba rodando aunque lento me hubiese lastimado, cuando pude voltear la cabeza para disculparme con el dueño del corazón, vi que era Luis Donaldo y habiendo visto él, que no había sido mi intención molestarle, solo le expresé: ¡ Felicidades Licenciado! en el asiento trasero iba don Pedro Hernández Maldonado al que solo atiné a decirle ¡ Hola ! Don Pedro sonrió y el auto se detuvo brevemente para que mi medio cuerpo dentro del auto pudiera ponerse en pie.

Cuando intenté caminar mis piernas temblaban, eran muchas las emociones, ¡ No me habían dejado pasar a la cornisa! y había estado recargada sobre el pecho del mismísimo Colosio.

Literalmente escribo que no podía dar paso, tambaleante me tomé del brazo de un señor muy alto que había visto todo y para justificarme le dije: ¿ Que piensa usted del Museo México-Cuba, habrá apoyos? muy respetuoso y atento me contestó: -Pregúntele a mi papá, lo que él diga- el señor alto era el Lic. Roberto Hernández Ramírez, empresario oriundo de Tuxpan, Veracruz y entonces director de BANAMEX.

¿ Cuantos latidos fueron después de su visita a Tuxpan ? ciento ocho mil veces late al día el corazón de un adulto y los compartí con el mío, sin saberlo una sensación extraña llegó hasta mi persona en ese instante, fue un suspiro profundo con anhelo de patria y luego a los pocos días el magnicidio.

Hay seres humanos que como él, alcanzan la inmortalidad y por más que deseen arrancarlo de la memoria de las masas, será imposible, cualquier discurso dado por compromiso y sin un compromiso personal no vale.

Al asesinar a Colosio, hirieron profundamente a México con una herida que duele cada vez más, pues su filosofía y el amor a su patria, estarán hasta el fin de los tiempos.

Colosio, tan sencillo, tan del pueblo, comiendo empanadas del Cuate Gamboa aquí en Tuxpan, Veracruz, marca para la historia política del país, aún con su trágica muerte; la directriz a seguir.

Seguimos con hambre y sed de justicia pero en mi corazón y al tiempo se confunden los latidos de sus corazón con los míos, porque el corazón tiene memoria.

A la fecha cuando escucho por ahí la melodía que estaban tocando en Lomas Taurinas, me estremezco, el rostro ensangrentado de Colosio, duele.

Pero cosa curiosa, mientras éste señor tuxpeño me impidió subir donde estaban las mujeres del CIM, el equipo de Colosio, me invitaba a estar junto a ellos y pude verlo desde otra cornisa quizá un poco más lejos.

Desgracia la mía, que puedo ver como la sombra de un ser vivo, se diluye poco a poco en la luz, anunciando el fin de sus días, la sombra de Colosio casi no existía ya, su visita con los ciudadanos tuxpeños había llegado a su fin, Omeicualistli La Diosa del Sol Poniente, con un destello poco usual despedía aquel día...

¡Cuídenlo por favor! le dije a uno del equipo... y me alejé del lugar, los Idus de marzo, alcanzarían inevitablemente a Colosio.

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