UN MEXICANO EN LA FRANJA DE GAZA





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Por Nina Núñez Salguero
Querido Témoris:
Eres el único mexicano en la Franja de Gaza?
Hace 11 horas

parece que sí

muy pocos latinos

Querido Témoris:
Te pregunté si había más mexicanos en la franja de Gaza, me basta con que estés tú, tú que representas a todos los que sufrimos y vibramos junto a ti en la distancia, al contemplar ésta conflagración.
No te conozco, solo se que me autorizaste a publicar una entrevista tuya y comentarios de un libro en preparación y desde ese momento te convertiste en un símbolo y objeto de mi admiración.
Yo hubiese querido viajar como tú, ser corresponsal de guerra, vivir el peligro para poder transmitir todo aquello que a muchos de nosotros no se nos da por múltiples factores, sentir la adrenalina correr por mis venas… de ésta forma dar a conocer al mundo los horrores y la ausencia de la paz y pensar y desear un mundo diferente.
Curiosa te pregunté: ¿ Cuántos mexicanos hay en la Franja de Gaza?
Y es que literalmente somos millones los que estamos contigo, nos preocupas y al mismo tiempo ejerces la fascinación de saber que está aconteciendo, no es ni en sueños la palabra morbo, sino un auténtico deseo de saber que está pasando a través de un corresponsal comprometido con la verdad.
Las fotos hablan por si mismas, huelen a polvo, dolor, lágrimas y sangre; y me dueles y me duelen todos los que están en peligro, adultos, ancianos,  niños mutilados y los que han muerto producto de una guerra que no entendemos aún, los que soportan sed y hambre y fortalecen su fe.
Me duelen las imágenes de total desolación, de los paisajes que se tornan yermos, de la madre que gime y llora por sus hijos, del padre que a punto de desfallecer lamenta la muerte del hijo periodista cumpliendo su deber, me duelen los animales de carga víctimas de las bombas, los árboles arrancados de raíz, todos los seres vivos tienen alma y voces ininteligibles para el ser humano, pero somos un todo, somos parte la Creación.
Me enorgullece que un mexicano sea lo suficientemente bragado ( definiendo la palabra coloquialmente como [persona] Que se muestra animoso, enérgico, firme y decidido, como para estar ahí en estos momentos.
Vivir en la Franja de Gaza, escuchar las sirenas y el bombardeo, ser testigo de masacres;   parafraseando LÁGRIMAS, RISAS Y AMOR;  niños que sonríen que no dimensionan lo están viviendo…que al mismo tiempo ríen y juegan y proyectan amor, transmites al mundo los diferentes rostros de la guerra y  al  estar tú  en el combate sin más armas que la cámara fotográfica, laptop; eres digno de admiración,  permíteme de corazón  acompañarte en la distancia.
Cada noche y aún sin conocerte, pido por ti, no importa si eres católico, cristiano o libre pensador, ni que filiación política  tengas, no puedes evitar que eleve una oración  para que regreses sano y salvo, eres un valiente, eres mexicano.
Por ahora recibe mi cariño de paisana y el deseo de conocerte pronto, que la paz llegue por decreto divino, eres especial  porque la sangre que corre por tus venas es la sangre valiente que corre en cada uno de nosotros, en esa ubicación geográfica  nos representas en cada reporte, en cada fotografía…en cada minuto y segundo que expones tu seguridad.
¿Porqué no decirlo?   ¡¡ Témoris, te amamos!!

11.51 a.m. Túxpan, Ver.   México.





artículo de TÉMORIS GRECKO
Miércoles 30 de julio de 2014 | Publicado en edición impresa
La crisis en Medio Oriente / El sufrimiento de ambos bandos

Bombazos, escasez y nervios de punta en una Gaza estremecida

Ante las advertencias de eventuales ataques, nadie sabe cuál es el lugar más seguro; cada vez hay más desplazados
Por Témoris Grecko | Para LA NACION
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La desaparición de un bombero palestino. Foto: Reuters
CIUDAD DE GAZA.- Si en alguna pequeña medida el estado de ánimo de los periodistas puede ser un indicador de lo que padece la población sobre la que informan, el grupo de colegas que estaba esperando que le permitieran salir de la Franja de Gaza les brindó a los cronistas que llegaban una elocuente primera impresión. Es decir, los cuerpos oprimidos por un enorme agotamiento, los ojos sombreados por la interacción cotidiana con la muerte y el dolor de otros, las bocas intercambiando mensajes de esperanza ante la inminencia de la liberación, las manos prestas a palmear las espaldas de los colegas que apenas se dirigían hacia la guerra.
Habían pasado la peor noche, la del lunes al martes, en tres semanas de conflicto. Lo fue para la zona, en general, por la decisión del ejército israelí de tomar revancha por la muerte en combate de diez de sus soldados, incluidos cinco que murieron en una sorpresiva incursión de combatientes del grupo islamista Hamas en Israel, a través de un túnel.
Durante el período de oscuridad, los aviones y los drones de la fuerza aérea, y la artillería de tierra y de mar, atacaron más de 150 objetivos a lo largo y ancho de la Franja de Gaza, con estimaciones incompletas que variaron entre 60 y 100 muertos.
Para los periodistas, en particular, fue también la velada más dura. Frente al puerto de Gaza se agrupan unos pocos hoteles ocupados casi exclusivamente por periodistas, lo que la convierte, en principio, en una de las zonas más seguras de Gaza. Pero las fuerzas armadas israelíes les ahorraron el trabajo de dejar la comodidad de sus habitaciones y los bombardeos incluyeron los puntos circundantes, como las bodegas de pescadores junto al muelle. Los reporteros se dividieron entre los que pensaban que el sótano era la parte más segura de los edificios, los que pensaban que los pisos altos eran mejores y los que se rindieron ante la idea de que si el edificio se cae y uno está adentro, poco queda por hacer.
Todos se sintieron unidos, eso sí, por la imposibilidad de dormir ante las explosiones que sacudían todo, hasta que con el amanecer amainó el ataque.
Otros no tuvieron la suerte de que, a fin de cuentas, no les pasara nada: el céntrico edificio Shorouk, cuyas oficinas estaban ocupadas por varias televisoras de países árabes, era también la sede de la radio y la televisión de Hamas. En un video de la BBC, se escucha una ráfaga, se aprecia el golpe del misil que penetra la estructura y, desde el interior, se extiende inmensa la bola de fuego de la explosión
La calma matinal no duró mucho. Tras dejar las instalaciones de migración israelíes, intocables, los periodistas no tuvieron que registrarse en las de Gaza porque de ellas sólo quedan escombros. Lo mismo que la población más cercana, Beit Hanun, que está parte en pie, parte en ruinas, parte en cenizas y totalmente despoblada: sus habitantes son ahora miembros del nada exclusivo club de los 200.337 desplazados que se hacinan en 85 refugios habilitados por la ONU. Uno de cada nueve habitantes de Gaza está en esa condición.
Serán muchos más. El esporádico ruido de las bombas estallando se fue haciendo más frecuente conforme los periodistas avanzaban hacia el puerto, en un ómnibus llamado "Sweety". A media tarde se hablaba de entre 30 y 50 víctimas más. También se incrementaban los sonidos de los morteros palestinos arrojando granadas hacia territorio israelí. La ofensiva militar ha logrado disminuir el número de cohetes que Hamas lanza contra las ciudades de Israel, pero todavía parece lejos de lograr el objetivo de cancelarlos de manera definitiva. Eso sí: todos los que potencialmente podrían causar daño son interceptados por el sistema defensivo Cúpula de Hierro y sólo unos pocos cayeron en áreas desérticas.
En apariencia, el fiero debate dentro del gobierno israelí sobre cuáles son los objetivos de la guerra se ha resuelto, por el momento, con la decisión de continuarla.
Ésa es la posición expresada por el premier Benjamin Netanyahu. Por el lado palestino, la discusión no es si se pide un cese al fuego, sino quién lo hace: como lo planteó públicamente la Organización para la Liberación de Palestina, que no está en guerra con Israel, quienes sí lo están -Hamas- se sintieron pisoteados.
La vida en esta Gaza bloqueada por tierra y mar, a la que no ingresan alimentos, combustible ni ningún otro producto, se acaba de ver todavía más complicada porque durante esa dura noche los aviones destruyeron los depósitos de combustible de su única planta de electricidad, y la energía, hasta ahora racionada a unas tres horas diarias, probablemente desaparecerá. Se necesita para todo, hasta para arrojar las aguas negras al Mediterráneo.
Los periodistas que se iban agotados, estremecidos y reanimados por la proximidad de la salida, gozaban precisamente de ese enorme privilegio: la posibilidad de salir. La población sobre la que informaron, en contraste, está encerrada en este rectángulo de 8 por 42 kilómetros. Son un 1,8 millones de personas. Los periodistas recién llegados parecen, en este momento, a punto de experimentar lo mismo que sus colegas.
El ejército israelí se comunicó con el responsable del edificio para dar una orden. Normalmente, ésta es la llamada con la que una familia tiene tres minutos para despertarse y salir corriendo antes de que bombardeen su casa. Pero éste es un caso diferente: "Que los reporteros no salgan a la calle ni un metro". Viene otra buena noche..

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