POR LA VERDAD Y LA CONFIANZA LA MENDICIDAD EN LOS NIÑOS Y JÓVENES

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Dra. Zaida Alicia Lladó Castillo

Esta semana hice algo que no hacia hace mucho. Me aboqué a caminar por tres calles del centro de la ciudad de Xalapa: Revolución, Lucio y Poeta Jesús Díaz, con la intención de ver si existían niños o jóvenes trabajando en las calles. Y sí, encontré que los hay (una veintena) desde; vende-chicles, verdura, flor/plantas, nieve, etc., Y me detuve a entrevistar a 3 de ellos--a quienes con su permiso y después de superar su temor me lo permitieron (1)--, y con tan sólo 5 preguntas, pretendí indagar los motivos que hay tras ellos, que los obliga a salir a las calles a ganarse el pan de cada día. Los llamaré con nombres ficticios para respetar su privacidad: juan (12 años), Luis (9 años) y flor (15 años).

Pregunta 1

¿De dónde vienes?

Juan.-“De Estanzuela”

Luis.-“por el campo de tiro”

Flor.-“de San Andrés Tlalnehuayocan”

Pregunta 2

¿Desde qué hora empiezas a trabajar?

Juan: “Salgo con mis hermanos desde las 6 de la mañana, agarramos el camión y como a las 8.30 ya estamos vendiendo las plantas y las flores y nos repartimos la zona del mercado y ya en la tarde nos reunimos para irnos”.

Luis: “Mi mamá me da los dulces y ella se va y yo me quedo aquí (en Revolución). Llegamos como a las 8 y ella regresa por mí en la tarde. No como hasta que llega. Yo le ayudo a mi mamá”.

Flor.- “Pongo mi puestecito de verdura (nopales más sopes), como a las 9 y me cambio de lugar a cada rato, pero donde más permanezco es aquí (Lucio c/ Poeta)”.

Pregunta 3

¿Con que problemas te enfrentas cuando trabajas?

Juan.-“Con los que ya tienen mucho tiempo vendiendo plantas por el rumbo del mercado (Jáuregui), luego nos corren. Por eso a veces nos movemos y terminamos más arriba (por Revolución con Poeta) o nos vamos para la otra calle (Clavijero)”.

Luis.-“Yo me pongo abusado para que los inspectores no me vean, porque estoy chiquito, y me muevo por la calle de arriba y la de atrás (Lucio, Juárez c/Revolución)”.

Flor: “A mí me molestan los inspectores, a cada rato, yo les digo que estoy trabajando que no estoy robando y que me dejen. A veces me piden que les de algo y como no tengo, les doy unos sopes. Pero eso me amuela porque gano menos”.

Pregunta 4

¿Tú vas a la escuela?

Juan.-“Si, y mis hermanos también, pero ya se van a terminar las vacaciones. Lo que sacamos en estos días es para los cuadernos”.

Luis.- “Ya me metieron a la escuela, dice mi mamá que para que haga mejor las cuentas”.

Flor.-“Yo estudio en la telesecundaria de mi pueblo. Ahorita en vacaciones pude juntar un poquito y ya salió lo del uniforme y calcetines. Somos muchos de familia y apenas nos alcanza para comer”.

Pregunta 5

¿Qué quieres ser cuando seas grande?

Juan.-“Yo quiero ser doctor para curar mucha gente y entre ellos a mi abuelita, que es la que nos cuida, cuando mi mama trabaja”.

Luis.-“No sé. Pero si quiero estudiar”.

Flor.-“Me gustaría ser profesora de niños y…ser menos pobre”.

Y se me estremece el pecho, cuando escucho esta última expresión.

Y también se me revuelve el estómago y me da mucho coraje (como dice el tío) , que exista gente que se roba el dinero de ellos…SI…DE ELLOS, desde los cargos públicos, federales, estatales o municipales para satisfacer sus ambiciones, que haya tan poca gente que los ayuda habiendo tanto empresario o profesionista,  que presume de lujos y privilegios o que se “cacareen” tantos programas sociales sin que se vean reflejados en la realidad; sujetos que aún no toman consciencia que con cada acto corrupto o negligente, le quitan de la boca el alimento, el techo y el derecho a vivir con dignidad a todos esos niños y jóvenes que no pueden salir--por generaciones--,de ese círculo de pobreza y marginación.

Pero el dejar correr estos problemas es como si se escupiera para arriba: tarde o temprano se nos revierte. Por eso, debemos de estudiar con seriedad el problema de la mendicidad en los niños y jóvenes, y dar soluciones con urgencia. Pero vamos por partes.

¿Qué es la mendicidad? Es un estado en el cual una persona habitualmente pide limosna o solicita el favor ajeno con insistencia y la mayoría de las veces con humillación2.

Si bien es cierto, la mendicidad en mayor porcentaje, está asociada a las situaciones de pobreza y marginación, existen otras causas que también tienen relación, como lo es: la migración interna y externa.

La migración, se refiere a los desplazamientos de residencia que la gente realiza por diferentes motivos, entre otros: a) mejorar laboralmente y en condiciones de vida; b) agotamiento de recursos naturales en los lugares de origen (pobreza y falta de oportunidades en el campo); c) por persecución (religiosa, discriminación o problemas políticos y/o sociales); d) por razones medio-ambientales (catástrofes) y hoy agregaríamos, dos más importantes: e) por problemas de inseguridad y f) reunificación familiar (en caso de los migrantes al extranjero).

Por eso la migración puede ser interna y externa. La primera la observamos cuando los desplazamientos se dan dentro del propio estado o provincias del territorio nacional y, la segunda, aquella que se da hacia otros países (externa).

Sin embargo en el caso de los grupos en pobreza, que no han encontrado las oportunidades de lograr una forma de vida productiva y debido a ello, los recursos económicos básicos para subsistir, la migración se da por una razón principal: la búsqueda de las posibilidades de tener un ingreso (por mínimo que sea) para satisfacer sus necesidades de comida, abrigo y techo.

Por eso en la actualidad, al acentuarse los problemas de escasas posibilidades de trabajo en nuestro medio, los sectores más humildes son los que resienten en demasía y les obliga a resolver su situación saliendo a las calles. Y lo hacen en familia: padres, hijos, abuelos, etc. Por eso no nos extrañe el observar con mayor regularidad a ancianos, mujeres, niños, etc., pidiendo limosna o vendiendo chicles, cigarros, fruta, etc., en las vías públicas, pretendiendo lograr unos centavos para poder comer ese día, sin tener mayor futuro que el hacer lo mismo el siguiente.

En el caso de los niños y jóvenes, desde luego, que por su condición natural de indefensión, el mendingar les hace correr altos riesgos en su salud (física y psicológica) y en su vida, porque quedan sujetos: a) al abuso de los malos servidores públicos, como inspectores, policías, etc.; b) al contagio o padecimiento de enfermedades (porque hay gente que les da las sobras o comida echada a perder y ellos así la consumen); c) en caer en las redes de las mafias que los utilizan o involucran en actividades ilícitas (narcomenudeo, explotación, prostitución, etc.,) y d) el repetir patrones de ignorancia y resignación, porque no es extraño que existan también miembros adultos de esos grupos, que se les hace cómodo mandar a sus hijos a pedir limosna y no preocuparse por enviarlos a la escuela o buscar del apoyo de las instituciones de asistencia social del Gobierno.

Por eso el reciente caso del niño Tzotzil de Chiapas, Feliciano Díaz, causó revuelo, porque fue humillado por un mal servidor público (en un acto claro de discriminación porque seguramente no se lo hubiera hecho a los ambulantes organizados). Un inspector llamado Juan Diego López Jiménez, empleado del Municipio de Centro Tabasco, que lo obliga a tirar al suelo los dulces que ofrecía y le decomisa unos cigarros con el argumento de que es menor de edad y, que gracias a que se dio a conocer en las redes sociales, es como la sociedad despierta y cuestiona…pero no todos actúan. Y ojala ello, cuando menos sirva para hacernos conscientes, de que esos casos han sucedido siempre y los hemos dejado pasar desapercibidos.

Quizás, este caso sea de los más decentes, comparados con otros en donde los niños o jóvenes (hombres o mujeres) son obligados a hacer cosas denigrantes en su dignidad y en su salud física  mental y no creo que ese pueda ser su destino como personas, que no dejan de ser miembros de una sociedad…la misma en que también estamos situados todos. Y si en algunas ciudades se presume de ser cultos e ilustrados, como es el caso de Xalapa, pues al no responder ante tanta necesidad que se encuentra alrededor, nos coloca como comunidades terriblemente egoístas.

Pero la discriminación se da en todos lados. Recuerdo en una ocasión, siendo Directora de la Facultad de Psicología de la UV en Poza Rica, en la década de los 80, tuve que reprender severamente a un estudiante por burlarse de una compañera de clases porque llegó vestida con el atuendo de Totonaca. Fue un acto sobre todo humillante, que me obligó a sancionar a este joven frente a sus compañeros como una persona que no podía estar en una carrera profesional, que lo primero que exigía era respetar al ser humano. Y con riesgo a que me hubieran corrido primero a mí, lo reporté y tuve todo el apoyo de las autoridades universitarias para decidir junto con los órganos internos,  el futuro del joven. Por fortuna el estudiante recapacitó y pidió una disculpa pública a su compañera. Y asunto resuelto.

Y son casos que se ven en todos lados, donde el trato incluso no solo es humillante sino deplorable. ¿Pero cómo debe actuar la autoridad municipal, con los casos de los niños humildes que trabajan en la calle? Pues el de reportar al DIF o a las instituciones de salud o de atención comunitaria y ponerlos a disposición para que estén seguros. Que me disculpen los señores inspectores, pero a ellos no les toca actuar en contra de los menores de edad.

Pero no todo lo puede hacer el gobierno. Aunque el art. 4o. Constitucional en sus párrafos 8, y 10, expresa la obligación de: “velar y cumplir con el principio del interés superior de la niñez, garantizando de manera plena sus derechos, entre otros, la satisfacción de sus necesidades de alimentación, salud, educación y sano esparcimiento para su desarrollo integral, siendo éste el principio en que se deberá guiar el diseño, ejecución, seguimiento y evaluación de las políticas públicas dirigidas a la niñez. 

Es claro que el 9º es elemental, porque en el mismo se establece, que el mayor compromiso es de los padres o tutores en relación a la atención y cuidado de la niñez:
Párrafo 9º.-Los ascendientes, tutores y custodios tienen la obligación de preservar y exigir el cumplimiento de estos derechos y principios. 3

Porque nada puede sustituir la responsabilidad de los padres en su deber y obligación de dar a cada niño o joven, comprensión y amor y, dejar al Estado que complemente esa función cumpliendo con su parte apoyándoles con “ejes laborales comunitarios” dentro de las ciudades y dotando a la gente del campo de mejores recursos para evitar la migración. Así mismo, orientando a las personas adultas, que no tienen donde dejar a sus hijos en las zonas urbanas, dotándoles de un lugar donde los acojan mientras las madres o padres trabajan. Porque si algo piden a gritos estos grupos es: oportunidades para mejorar en su condición y eso se refleje en sus ingresos y el entorno familiar.

Y de los ciudadanos en general ¿Qué podemos esperar? Pues creo que el tomar consciencia de las cosas es un gran avance. Sólo nos falta actuar y salir también a las calles a hacer labor social, porque al igual que, Flor, Luis y Juan, hay miles de niños que están hoy en las banquetas con la esperanza de ser mejores.

No basta componer el mundo desde el escritorio o la comodidad de una habitación confortable; si queremos todos realmente cambiar y solucionar los problemas sociales de nuestro entorno, debemos responder con más compromiso hacia lo esencial, haciendo a un lado lo superficial.

Gracias y hasta la próxima.

1 A los tres personajes los entreviste en diferentes momentos y espacios. Sin embargo para efecto de este artículo las respuestas, las pongo unidas por la pregunta.

2 mendicidad nacional.blog spot.con/2012/.../concepto-de-mendicidad.atm.

3 Reformado mediante decreto publicado en el diario oficial de la Federación el 12 de octubre del 2011

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