¿MACHO ALFA?








¿Macho alfa?
                                               Por Víctor M. Estupiñán Munguía

“No es para el que no puede, es para el que quiere más”
eslogan


La pareja aquella de matrimonio se encontraba feliz ante la fecha que se aproximaba. Dos días después, sería la conmemoración de la fecha de su matrimonio, cumplirían 20 años de casados y, el varón ya se aproximaba a los 50 años. ¿Qué mejor que sentirse agradecido con Dios y la generosa vida?

Se había acordado un convivio familiar y, de amigos íntimos de ambos, para dicha celebración.

Sin embargo, ya estando en la celebración, el cansancio del varón era obvio, por el calor de aquel desierto de Sonora y, las condiciones laborales cotidianas. A ello se debía de sumar el sobrepeso y la obesidad a todas luces.

Como buen sonorense, en su historial de vida creía que la comida en exceso no le podía causar algún problema grave. Sin embargo, las carnes asadas, junto con los “caldos gordos”, tortillas de harina, refrescos y toda clase de “chuchulucos” y chatarras en exceso; le habían venido minando su salud general. 

Era alérgico a las verduras y especialmente a las calabacitas, las cuales odiaba y les decía “calabacacas”. Con el tiempo cambiaría de parecer.

Como consecuencia de lo anterior, la verdad es que ambos en sus respectivos pensamientos muy sincronizados; presentían que a la hora de festejar y revivir de nueva cuenta su noche de bodas o, “luna de miel”, podía no estar a  la altura de las circunstancias y, de las expectativas que se requería para el jubileo íntimo de esa especial ocasión.

Por lo que el varón por su cuenta de manera noble y, previendo que algo pudiera fallar o, en su caso, para desempeñarse aún mejor; había pensado cautelarmente regalarse una noche buena sin ser navidad.

Sin platicarlo,  llegada la fecha se decidió tomarse una “pastillita azul” como el cielo; pastilla que según su publicidad es azul como la esencia que identifica la cultura del hombre, del “macho alfa” o, “de los que quieren más”.

Por su cuenta, la dama de manera muy inteligente pensó similarmente sorprender a su esposo mediante un inocente regalo, mismo que le potenciaría las cualidades del dios Eros y, a su actuación directa en la libido. En un principio había pensado en una “taurina”, pero se decidió por una "pastillita".

A la manera de Eva Bíblica, pero sustituyendo la manzana, tomó la pastillita azul y, abriendo una bolsita de chocolates m&m, la introdujo para que se revolvieran con aquellas otras pastillas de todos colores. 

Sabía de antemano que el destinatario se las pasaría rápidamente sin masticarlas bien, ya que esa era su costumbre.

Dirigiéndose a él con voz más dulce que los propios chocolates le dijo:

-¿Quieres endulzarte con chocolatitos?_

El varón ni lento ni perezoso extendió la mano, sólo para contener medio sobre de aquellas llamativas “lunetas” de todos colores, sin saber que en ellas iba la “píldora de la fortaleza y de la ilusión”. Ignorando que contenía el poder suficiente para transformarse en poco tiempo en todo un “macho alfa”.

Ambas ingestas se dieron casi al mismo tiempo en aquella noche que prometía ser “noche de reyes”, sin ser 5 de enero.

Pero a “la hora de la verdad”, la verdad salió dobleteada, sin control y desbocada como caballo loco.

Parecía que un garañón había encarnado en aquel sujeto bravo, brioso, con ojos que destellaba lumbre a la hora del desempeño.

Pero aquel instante le tenía guardada una desagradable y peligrosísima sorpresa; ya que una fuerza inesperada como de rayo casi lo fulmina; por lo que cae como caen los gigantescos pinos o los garañones acalambrados. El pobre corazón fue el más sorprendido, ya que sufrió “la sorpresa de su vida”.

El corazón ante tantas energías se horrorizó; creyendo que sería obligado a realizar un bombeo cardiaco en una escena de “amor apache”, al cual no estaba acostumbrado.
Palpitó tanto que se puso en riesgo su integridad. La verdad es que no pudo con tanta emoción inducida. Las pastillas gemelas habían sido demasiado.

Al día siguiente, en lugar de amanecer en el lecho matrimonial y felices….amanecieron ¡en el hospital!

El infarto milagrosamente se había desviado ante aquella doble travesura y, el deseo de sentir lo que se siente ser un macho alfa. Quedando sólo en su lugar la fantasía de: “soy muy intenso”.

El circunstanciado “macho alfa”,  adelgazó milagrosamente, prácticamente divorciándose de la carne, grasa, harinas y sodas.

El destino, por su salud le había negado el hecho de haber rugido como todo un macho alfa. La lección es que no se debe de engolosinar, a costa de las plus-pastillas.

Después, cuando el peligro eminente se deshizo totalmente, todos nos sentimos felices y reímos…

Posdata:
Gracias a los resultados de esa doble travesura, ahora las “calabacacas” cuentan con un estatus mejor. Pues fueron reivindicadas formando uno de los súper platillos preferidos que más le gustan, al ex macho alfa.
De lo otro, se supo después…

 * Víctor M. Estupiñán Munguía: Artesano de la palabra, escultor de ideas, danzante de emociones, arquitecto de sentimientos, pensador por distracción Cósmica, contador de estrellas por insomnio creativo, pintor de sueños por terapia humanista, sonorólogo y chingólogo, especialista en transgredir las reglas ortográficas de la Real Academia Española, con neurosis cultural debido a que no puedo crear poemas que lleguen al corazón, víctima de la libertad, democracia y ecocidio del capitalismo bárbaro, pero con licencia de la Madre Naturaleza para cortar flores y olerlas.-  Miembro de S.I.P.E.A. (Sociedad Internacional de Poetas, Escritores y Artistas)- Sonora “Por la paz del mundo”           victor-79@live.com.mx

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